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Cómo evitar el olor a rancio del jabón natural

Aunque hay personas que aseguran usar para lavar el jabón de la abuela, el de tajo, ya sea con aceite limpio o reciclado, y que no les deja un olor raro la ropa, lo más normal es que usando jabón natural en la lavadora, la ropa huela a rancio tarde o temprano. No importa que el jabón que usemos no esté rancio, que el jabón este hecho con aceite limpio o que esté bien curado y conservado. El olor a rancio de la ropa no tiene nada que ver con el olor a rancio del jabón.


En la reacción de saponificación se producen moléculas de jabón y moléculas de glicerina. Este olor a rancio que aparece en la ropa se debe a la glicerina del jabón.

Esa glicerina tan beneficiosa para humectar nuestra piel, también se queda atrapada entre las fibras de la ropa y es difícil de sacar. Posiblemente recién lavada la ropa no huela a nada o conserve un poco de olor a jabón, pero la glicerina, que permanece impregnada en las fibras de la ropa es la que se enrancia al cabo de un tiempo, dando ese desagradable olor a rancio en la ropa, sobre todo después de guardarla entre temporada y temporada.


Antiguamente se lavaba la ropa en pilas o en lavaderos con una fuente de agua corriente. Se enjuagaban las prendas sumergiéndolas y escurriéndolas todas las veces necesarias hasta que no le quedaban restos de jabón. Hoy en día, las lavadoras son energéticamente eficientes y utilizan poca agua tanto en el lavado como en el aclarado, por lo que es más probable que queden restos de jabón y de glicerina entre la ropa.


Pero tranquilos, esto tiene solución!!


Para evitar que la ropa huela a rancio, debemos quitarle la glicerina al jabón mediante un lavado de sal.

LAVADO CON SAL PARA ELIMINAR LA GLICERINA DEL JABÓN


El lavado a la sal lo que hace es desmontar el jabón para limpiarlo de las impurezas que se pudieran escapar del filtrado dejándolo más blanco, elimina los malos olores y elimina la sosa sobrante. Pero lo más interesante es que elimina la glicerina natural del jabón, la causante del olor a rancio en la ropa.


Añadiendo agua con un exceso de sal, conseguimos cortar el jabón y que este no sea soluble en agua. El jabón se separa y en la sublejía resultante quedará disuelta el exceso de sosa, de sal, la glicerina y los mucílagos y otros elementos responsables de la suciedad y el olor.


El método consiste en elaborar el jabón con la fórmula que más nos guste, restando un tercio del agua de la receta. Calculamos entre un 3 y un 5% del peso del aceite, y este valor es el peso de sal que necesitamos para cortar el jabón. Esta sal la disolveremos en este tercio de agua que hemos reservado sin añadir al jabón.


Para realizar el jabón, utilizo una olla de acero inoxidable. Pongo el aceite a calentar hasta 80ºC. Preparo la lejía con los dos tercio de agua y la sosa. Mezclo la lejía con el aceite y remuevo hasta llegar a la traza. Cuando traza el jabón lo tapo, y lo abrigo con una toalla alrededor y por encima, dejándolo reposar un día.


Al día siguiente lo caliento a fuego muy lento y le añado el agua con sal que habiamos reservado. El jabón se cortará y tendrá el aspecto de unas migas. Se le añade agua caliente y se aumenta la temperatura del fogón. Se bate de vez en cuando con la batidora un poco. Se deberá de apreciar la sublejía y el tamaño del grano del jabón cada vez más abierto. Seguimos calentando y añadiendo más agua hasta que la masa tiene una textura homogénea. En este punto hierve diferente y hay que tener una olla muy grande porque el jabón sube. Se deja a fuego muy lento un rato más. Se abriga el jabón y se deja un día más.


La lejía, de color marrón, se separará lentamente del jabón y quedará en el fondo con los restos de sosa, sal, con la glicerina y demás residuos. El jabón se quedará arriba.

Cuando el jabón que queda en la parte superior de la mezcla este duro, se puede sacar de la olla cortando en porciones. Se descarta el líquido y se enjuaga el jabón con agua corriente para quitarle la capa mucilaginosa que queda debajo del jabón.


Una vez que tenemos el jabón puro sin glicerina, podemos utilizarlo para lavar la ropa sin riesgo de dejar olor a rancio. Se puede rallar fino y hacerlo polvo en una picadora o disolverlo para hacer jabón líquido.


Si en cambio queremos jabón en pastillas, se vuelven a poner los trozos de jabón en la olla y se funden a fuego muy lento, removiendo de vez en cuando y tapando la olla. En media hora aproximadamente el jabón estará fundido, pero no totalmente líquido, por lo que se le pone un poco de agua de agua destilada y se sigue calentando y removiendo media hora más para que este fluido. Entonces se puede verter a los moldes y desmoldarse al día siguiente.


 
 
 

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QUIEN SOY
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Sete Buenavista

Bióloga

¡Hola! Me llamo Sete y me apasiona ser consciente del proceso que conlleva todo lo que uso en mi día a día, me apasiona aprender y sobre todo compartir estos conocimientos para que las personas que me rodean tambien puedan dar este paso.
 

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