CHAMPÚ SÓLIDO vs JABÓN SÓLIDO

El camino hacia la reducción de residuos tambien pasa por conocer qué es lo que estamos adquiriendo y que resulte adecuado para lo que necesitamos, evitando que acabe en una esquina olvidado o directamente en la basura.

El uso de cosméticos sólidos va ganando terreno cada día en nuestras rutinas de aseo, debido a que cada vez somos más las personas que queremos dejar de generar más envases innecesarios en nuestro planeta. Es por eso que muchas marcas que comercializan jabones, los denominan champús sólidos cuando no lo son. Y es por eso que muchas personas se sienten decepcionados al comenzar a usar estos supuestos champú sólidos, dificultando su camino hacia una cosmética con menos envases.

¿En qué se diferencian?

Podemos comenzar hablando del pH. Tanto el pH de la piel como el del cabello son ácidos y necesitan esa acidez para cumplir sus funciones y tener buen aspecto.

JABON: pH alcalino, entre 8 y 10. Cuando nos lavamos la piel con jabón, esta tiene mecanismos para restaurar rápidamente el pH, sin embargo, el cabello no. Al lavar nuestro cabello con jabón dejamos la cutícula totalmente abierta, perdiendo humedad y dando un aspecto seco y estropajoso a nuestro cabello que a la larga acabaría deteriorándolo.

CHAMPÚ: pH ácido, entre 5 y 7. Es el indicado para lavar nuestro cabello sin dejar la cutícula abierta, ayudándolo a preservar su humedad y buen aspecto.

El sobreengrasado se refiere al porcentaje de aceite libre que queda en el jabón. Ese aceite aporta propiedades emolientes beneficiosas para tu piel, pero no para tu cabello.

JABÓN: los jabones que se formulan para lavar suavemente tu piel suelen llevar entre un 5 y un 12% de aceite extra, para dejar tu piel suave y sin sensación de tirantez. Si usamos este jabón en el cabello, nos quedará una sensación grasosa con un aspecto incluso más sucio que antes de lavarlo. Si no te deja ese aspecto, es que el jabón que estas usando no es demasiado suave con tu piel (ni con tu cabello, debido al pH como hablábamos en el anterior punto).

CHAMPÚ: se formulan con una cantidad de aceites muy ajustada a las necesidades de cada tipo de cabello, por ejemplo, para cabellos secos se usará un porcentaje ligeramente mayor que para cabellos grasos, pero siempre ajustando a la fórmula a una cantidad de aceite que nunca dejaría residuos grasos en ningún tipo de cabello. Además, se usan diferentes tipos de aceites en función de las propiedades específicas que aporta cada uno al cuidado de cada tipo de cabello.

La elaboración de jabón y champú es diferente lo que hace que cada uno tenga una composición distinta.

JABON: el método tradicional de saponificación hace que el jabón conserve toda su glicerina, muy beneficiosa para la piel.

CHAMPÚ: se realiza un proceso en el que se elimina la glicerina y otros residuos tras la elaboración del jabón que no son nada beneficiosos para el cabello, aunque si para la piel.

¿Y cómo reconocemos qué es champú sólido y qué es jabón?

En primer lugar, por la composición que se indica en su etiqueta.

JABÓN: suele ir indicado con el nombre del aceite + sodium hidroxide. O bien, con sodium oleate, sodium cocoate, en función del tipo de aceite empleado.

CHAMPÚ: los tensoactivos usados en la elaboración de champú sólidos naturales son los más suaves y se llaman Sodium Coco Sulfate (SCS) o Sodium Cocoyl Isethionate (SCI). A menudo, en muchos champús sólidos no naturales se usan otros tensoactivos más agresivos como el Sodium Lauryl Sulfate (SLS) y el Sodium Laureth Sulfate (SLES), entre otros.

¿Y a simple vista cómo es su aspecto?

JABÓN: en su elaboración son líquidos y después endurecen, por lo que su aspecto es más o menos homogéneo y son compactos.

CHAMPÚ: se elaboran a partir del amasado de cada uno de sus ingredientes por lo que son fácilmente reconocibles en la pastilla. Su aspecto puede ser heterogéneo, granuloso, a menudo tiene grietas o pliegues.